Dentro de los BR0TELES N4ZI: ¿Cómo era la VIDA de los ESCLAVOS?
Durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen nazi implementó políticas que legalizaron y organizaron la prostitución en burdeles militares como medio para controlar el comportamiento sexual de los soldados y prevenir enfermedades de transmisión sexual (ETS). Esta política de conquista territorial tuvo consecuencias desgarradoras para las mujeres obligadas a ejercer el trabajo sexual. Esta nota se centra en los aspectos de la violencia sexual perpetrada en nombre de crímenes de guerra y el resentimiento y la persecución que enfrentaron las prostitutas en la Alemania nazi después de la Segunda Guerra Mundial.
En los territorios ocupados, las mujeres fueron obligadas a ser esclavas sexuales para servir en burdeles militares, que fueron etiquetados como “centros de tratamiento”. El régimen nazi consideraba a estas mujeres racialmente inferiores y las explotaba para promover los objetivos ideológicos nazis. Un manual para prisioneros de guerra publicado por el OKW en 1940 toleraba explícitamente la violación y la violencia sexual contra mujeres civiles en los territorios ocupados.
La explotación de estas mujeres constituye un crimen de guerra, según lo define el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. El artículo 7 del Estatuto de Roma, sobre crímenes contra la humanidad, establece que la esclavitud sexual es un delito punible y que el uso de mujeres civiles con fines sexuales está incluido en su definición. Las acciones nazis violan claramente el derecho y las normas internacionales modernos.
El período de posguerra en Alemania trajo consigo un intenso escrutinio y mecanismos de silenciamiento en relación con la violencia sexual y el papel de los burdeles nazis. Las mujeres obligadas a realizar trabajos sexuales y las supervivientes de violaciones se enfrentaron a una vergüenza, un estigma y un sufrimiento psicológico persistentes. Además, a las mujeres que trabajaban en estos burdeles se les negó reparación por las experiencias traumáticas que sufrieron y quedaron sumidas en el estigma y la vergüenza.
En la Alemania nazi, las prostitutas no eran vistas por la sociedad como víctimas sino como colaboracionistas que merecían castigo. Aunque se vieron obligados a realizar este trabajo, se enfrentaron a graves repercusiones legales y a la exclusión de las redes de seguridad social después de la guerra. Por ejemplo, la Ley alemana sobre prostitución de 1953 criminalizó a quienes se dedicaban al trabajo sexual, con el objetivo de reducir la propagación de las ETS y, al mismo tiempo, ignoraba las cuestiones sistémicas más amplias que inicialmente imponían dicha explotación sexual.